Mi nombre es Sanaa, nací en Casablanca.
Mi camino en la vida ha sido guiado por el deseo de ayudar a los demás y solucionar sus problemas, honrando así mi nombre y los valores aprendidos en casa.
Elegí estudiar medicina por mi innata empatía y mi fascinación por las ciencias naturales.
Con 16 años vine a España, sola y dispuesta a luchar por mi sueño. Unos cuantos meses de clases de español y ya estaba metida en la facultad de medicina de la Universidad de Córdoba.
Opté por la Medicina de Familia por el tipo de relación que se establece con los pacientes y sus familias a lo largo de los años, lo cual permite conocer al paciente de forma más holística. Hay tantos pacientes como formas de enfermar…
Tuve la fortuna excepcional de contar con el Dr. Isidro Pulido como tutor que desde aquí envío un beso al cielo en su memoria. Su dedicación apasionada, su comprensión integral, su humildad y su excelente relación con todos sus pacientes y colegas lograron enamorarme de nuestra especialidad. Su influencia fue fundamental para consolidar mi compromiso en este campo.
Los problemas que enfrenta la atención primaria, en particular, y la medicina convencional en general, no me permitían brindar a los pacientes una atención individualizada y de calidad según mis estándares como profesional de la salud.
Después de 15 años de ejercicio en la medicina de familia y tras algunos procesos personales y familiares, incluyendo enfermedades y pérdidas en los que no pude brindar la ayuda que me hubiera gustado, descubrí la medicina integrativa y la PNIE como herramientas; la pieza que faltaba para comprender la compleja interconexión del cuerpo humano.
Llevo más de 4 años formándome en este campo sin cesar, estudiando, diría que incluso más que durante la carrera y la especialidad. Aprendí que salud/enfermedad es un proceso dinámico, resultado de un engranaje complejo en el que interactúa nuestra genética con la epigenética que elegimos.
Está claro que la genética es la que es, pero es única e irrepetible, de ahí que los protocolos no funcionaban para todos porque tenía que individualizar.
Si la genética es única imaginate la epigenetica ¿Cómo nacimos? ¿Cómo crecimos? ¿Dónde vivimos? ¿Cuánto nos movemos? ¿Qué comemos? ¿Y hasta cómo pensamos? ¿Cómo nos vemos? ¿Y cómo nos relacionamos?…
Me apasiona e intriga descubrir cómo estas disciplinas dan una explicación razonable y un abordaje a las complejidades de la salud desde una perspectiva más holística, llegando a la base y la causa del trastorno.
“Aprendí a cuidarme para poder cuidar de los demás”
¡Hablemos!